Mi hijo, el novio de tu hija.

Hoy he leído el excelente post de Flor de Torres Porras, Fiscal Delegada de la Comunidad Autónoma de Andalucía de Violencia a la mujer y contra la Discriminación sexual y Fiscal Decana de Málaga, titulado «El novio de mi hija». Aludiendo a la «Guía de  madres y padres para hijas que sufren violencia de genero con el elocuente título: ‘El novio de mi hija la maltrata. ¿Qué podemos hacer?‘», de Torres Porras hace un potente llamamiento a la educación de las y los jóvenes. Reivindica la erradicación de la violencia de género de raíz, mediante la educación, la detección, la denuncia y por supuesto el desmantelamiento de los roles patriarcales dominantes. La guía, excelente y necesaria, se dirige fundamentalmente al objeto de la violencia, las hijas.

Pero yo necesito una guía complementaria, que vaya unida a esta, que sea su guía compañera, porque yo solo tengo hijos.

Un día, uno de mis hijos, que tiene ya sobrada edad de raciocinio, me dijo (tímidamente) algo así como, «!Jo! Mamá, todo el día con el feminismo!». Le tuve que responder que estar «todo la vida con el feminismo» era la única manera de protegerles contra el patriarcado, ya que el enemigo me supera por todos los flancos. Creo que me entendió.

water

Como todas las madres y padres, trato de criar a mis tres hijos varones, para que sean, como mínimo, buenos, felices, sanos, críticos, curiosos, justos, sinceros, inteligentes, conscientes, y en lo que puedo, igualitarios. No es fácil, como todo el mundo sabe, formar a personas íntegras y amorosas. Y eso a pesar de que tengo ayuda, pues puedo decir que, más o menos, las estructuras socializadoras también quieren personas buenas, justas, inteligentes etc. En esas cosas (por lo general) nadamos a favor de corriente. Bueno, menos para lo último, lo de igualitarios, para eso, estoy casi sola, a contracorriente, agotada.

Ilustración de Jacky Fleming: http://www.jackyfleming.co.uk/

Sed justos, la mitad para cada uno; por lo menos hasta que seáis mayores, entonces Mickey recibirá más que tu, sin ninguna justificación. Ilustración de Jacky Fleming: http://www.jackyfleming.co.uk/

Le respondí a mi hijo que a veces no me dan las dos manos, con todos sus dedos, para tapar las vías por donde entra el agua de la socialización de género que intenta desestabilizar nuestra barca (en nuestro caso, la masculinidad hegemónica ). Nos ahogamos de socialización patriarcal. Nos inundamos de cuentos donde los protagonistas son de su mismo sexo (salvo cuando no, que entonces ya sabemos que como esas protagonistas no hay que ser); y novelas, y libros de texto, (y eso que nos hemos librado de ese gran libro socializador patriarcal: la Biblia) y programas de la tele, y «hombres mujeres y vice-versa», y películas, y superhéroes; y líderes políticos, y empresarios, y científicos, y deportistas, y escritores, aventureros y espías. Todos, sí «os», son de su mismo sexo, salvo que haya una excepción, que generalmente sirve para confirmar la regla: ellos valen más que ellas.

Y para que eso sea así hay un código que manda que ellos son (por naturaleza) y deben ser (bajo amenaza de traicionar su mismísima identidad individual y colectiva) todo lo que ellas no son: fuertes, decididos, listos, competitivos, capaces de superarlo todo, sin vulnerabilidades, que únicamente expresan emociones nobles, que saben reprimir todo lo demás, incluido el dolor físico. A cambio, recibirán una corona de espinas, que si son capaces de llevarla, dominarán el mundo, «como tiene que ser».

current

A veces, no, a menudo me canso. Porque mi labor (no sé si de Sísifo, o de Penélope) se renueva cada día. A diario tengo que reponer los ladrillos que por X o Y experiencia con los amigos, en clase, en el deporte, se han venido abajo.

No puedo contra el océano y paso por alto «cosas». !Yo misma reproduzco los patrones de vida que intento evitar!

Tengo que elegir las batallas, para conservar energía, cual estratega de larga campaña. A menudo me conformo con ganar el pequeño terreno que pueda. De vez en cuando encuentro alguna «lección» desde fuera, e intento darle protagonismo, pero con poco éxito sostenido:

«Mira, cariño, sabías que Serena Williams es la mejor deportista de Estados Unidos de la historia, incluso más que Michael Jordan! Ah; que no van a retransmitir la final femenina de Wimbledon…. que pena, pero sí, hijo, lo que yo te digo sigue siendo verdad. Ah, que dan el Tour de Francia, mira hijo como utilizan a las mujeres cómo caramelos para los ojos, premios del guerrero, qué horror. No, hijo, aunque tengas éxito en la vida, no te corresponde como premio una mujer.»

IMG_0183

Con frecuencia utilizo todo el material que me brinda el mar patriarcal para señalar contraejemplos, provocar conversaciones, sembrar dudas. Cuando me oyen resoplar, ya saben que viene algún comentario. Pero lo negativo nos cansa, tanto a mí como a ellos.

No en vano, es más fácil, más placentero, «entra mejor» aprender por modelos, arquetipos, ejemplos a los que aspirar. Y parece que el patriarcado personificado lo sabe, pues funciona. Y cuando todo lo que nos rodea dice lo mismo, pues honestamente, a los inocentes ojos de mis hijos, parece que «La Sociedad» tiene razón, que está en lo correcto, que la que me equivoco soy yo. Especialmente, y de esto no les culpo, si les favorece en términos jerárquicos.

La novia de mi hijo

Cuando llega el momento de las relaciones, intento e intentaré hablar con ellos del respeto mutuo, del sexo seguro, de lo que significa el consentimiento; que cada uno tiene su vida, su propio futuro que forjar; que está bien que cada uno conserve sus amistades, que no hay por qué controlar. Probablemente no la hago ni lo suficiente, ni muy bien.

Y cuando, como toda madre o padre, me imagino cómo sería la mujer que me gustaría como compañera de mis hijos (parece que somos, de momento, heterosexuales), pienso en lo normal, igual que ellos: que sea buena, feliz, sana, crítica, curiosa, justa, inteligente, sincera, consciente, y en lo que pueda, igualitaria. Y que no les pase ni una. Que ambos sepan detectar cualquier atisbo de maltrato de género y no lo justifiquen ni lo legitimen. Y que como, escribe Flor de Torres Porras, juntos rompan «en mil pedazos los roles de chicos y chicas basados en patrones patriarcales.»

Yuju! ASEVI MIO, premio por no-misoginia

Vídeo

¿Cómo es eso de en el país de los ciegos?

Ojo, me gusta la nueva campaña de productos de limpieza ASEVI, pero tampoco nos pasemos de frenada. Incluso el Osbervatorio de Andaluz de la Publicidad no Sexista lo ha loado por sus «buenas prácticas». Parece ser que está rompiendo estereotipos. Últimamente se está compartiendo y debatiendo en redes feministas, con un recibimiento desigual.

La campaña consta de 4 anuncios que retratan cómo «los hogares reales de España» friegan los suelos: un joven, ojeroso y resignado padre de familia, un cuarentón feliz que todavía vive con sus padres jubilados, una viuda sola, una pareja homosexual masculina.

Sí, me gusta no ver un anuncio misógino que devalúe el trabajo doméstico y las mujeres que vienen de serie ya expertas en ello, y lo realizan todo «por amor». Parece que el fabricante Pons Quintana no ha querido hacer lo de siempre, lo cual celebro, y no les voy a quitar el mérito (aunque premiar la no-misoginia tendría su análisis aparte). Pero mérito limitado.

Como si fuera algún tipo de movimiento político, la campaña incluso tiene un «manifiesto» que reza,

«…queremos celebrar la diversidad de los hogares que forman la sociedad
en la que vivimos, no la que vemos por la tele. Prometemos retratarlos tal y como son, y convertirnos en el reflejo más real de un suelo limpio.»

Según Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades los anuncios son, “un ejemplo positivo de cómo la publicidad puede ser creativa, notoria y eficaz a la vez que socialmente responsable, fomentando la corresponsabilidad en el hogar y la igualdad”. Y creo que la clave puede estar ahí, en el fomentar, no necesariamente en el relfejar la realidad.

Una cosa es mostrar cómo deberían ser las cosas y otra cómo son. No nos precipitemos al tomar el slogan «El reflejo más real de un suelo limpio» al pie de la letra. Sí, los hogares son más diversos, pero intuyo que aun los están limpiando sobre todo las mujeres. Intuyo que hay más cuarentonas limpiando las casas de sus padres que cuarentones. Intuyo que si vives en casa sola, o solo, tendrás que fregar el suelo para que esté limpio. Intuyo que si dos viven en casa, aunque ambos sean hombres, alguien tendrá que fregar (!está guay que se quieran!) Intuyo que el padre que friega el suelo no estará necesariamente repartiendo equitativamente todas las tareas (bueno, por algo se empieza!)

Es más que una intuición, esto sí es una realidad: según la última encuesta de usos del tiempo del INE, las mujeres realizan 4:04 horas de trabajo de hogar y familia frente a 1:50 que realizan los hombres.

INE

 

Ojo otra vez, no seamos desagradecidxs, ¡por Dios!.

La campaña ni va de feminista, ni, efectivamente, lo es.

Tiene el mérito de enseñarnos familias diferentes, y eso está muy bien. Vemos a hombres empuñando fregonas, y eso también está bien, cómo no. Puede que ayude a normalizar esa imagen, y esas estadísticas vayan cambiando poquito a poquito. Dejémoslo en que es un anuncio «aspiracional», aunque los y las machistas de rancia tradición, cuando vean a los protagonistas de estos spots (no son precisamente los winners de la sociedad heteropatriarcal), prácticamente se van a reconvencer de sus posiciones.

                  Bueno, demos la bienvenida a la no-misoginia! Algo es algo.

P.D. Os invito a ver esta campaña, esta vez no de productos de limpieza pero sí de lavadoras. Es de la marca Whirlpool, y la campaña se titula Everyday Care (Los Cuidados Cotidianos). A mí me parece que recoge un concepto muy feminista, que es el del valor de los cuidados… pero eso para otro post.

Os dejo uno de los anuncios, pero es que hay unos cuantos, incluso uno con una familia de lesbianas negras.