Entrevista a la jueza del «caso Sara Calleja» (lo que me hubiese gustado leer)

Antes de quitarse la vida el 11 de julio pasado, tras un calvario de violencia de género y violencia institucional, Sara Calleja dirigió una carta-grito a la jueza que llevaba su caso.

Antes de seguir leyendo, por favor lee la carta. ¿Duro verdad? Durísimo.

A continuación les invito a leer lo que me hubiese gustado, no, lo que tendría que haber dicho la magistrada Sonia González Pérez, en un reciente entrevista en el periódico El Mundo en la que «explica qué pasó».

Pregunta: ¿Cómo se siente anímicamente?

Respuesta: Me siento desolada. Está claro que hemos fallado. Si ella escribe que su vida estaba en mis manos, de entrada yo la creo. De hecho, dos de cada 10 víctimas de violencia de género a intentado suicidarse. Es un fenómeno que conocemos y sobre el que deberíamos estar mucho más vigilantes. Ya está bien que se traiga a colación el estereotipo de «mujer manipuladora» a cada momento, incluso para una trágico suicidio. No podemos ser tan egoístas.

Vamos a analizar a fondo el caso de Sara y hacer autocrítica en todo lo necesario. Ya hemos convocado una mesa multidisciplinar de todos los estamentos involucrados, tanto profesionales como sociales y políticos, para abordar inmediatamente en qué hemos fallado en este caso concreto y qué cambios debemos realizar en todos los demás casos desde ya. A diez años de la ley de violencia de género, es necesario un pacto de estado, porque algo está fallando, cuando llevamos más de 700 mujeres asesinadas.

Está claro que aunque trabajamos mucho, cuando ves que no da los resultados, hay que redoblar los esfuerzos. No podemos poner excusas ni permitir tales pesadillas. Por ejemplo, cuando ponemos todos los medios pero la mujer vuelve con su pareja, debemos extremar la vigilancia, continuar a su disposición y comprender las fuertísimas dinámicas que operan en las diferentes fases de la violencia de género. Este fenómeno es conocido y está ampliamente estudiado como parte de la violencia patriarcal. Responde a la fase de «luna de miel» del ciclo de violencia. Cuando conoces al acusado, comprendes aún más que hay que extremar esta vigilancia.

P. ¿Por qué?

R. Es fácil de explicar. No es un personaje peculiar. Ejemplifica el modelo clásico de hombre maltratador que llevamos décadas estudiando. El hecho de que se dedicara a «darle» a Sara en Facebook está tipificado como acoso. Las violencias hay que nombrarlas por lo que son. Si no, corremos el riesgo de minimizarlas o incluso legitimarlas. El hecho de que también nos acosara a mí, a la fiscal …. esto me solidariza aun más con Sara. En concreto se trata de ciberacoso, y está estudiado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. A la madre le dejaba cosas en el portal: bombones, flores… pero sabemos que esto forma parte del modus operandi de los ciclos de violencia de género, la luna de miel, que he mencionado.

P. ¿Cómo vivió usted todo el proceso de Sara?

Si hay algo que me chocó de la carta de Sara fue que estuviera tan desesperada que se quitara la vida, aunque como digo, se conoce el alto peligro de intento de suicidio y esto es algo que la ayuda psicológica que recibió debía haber tenido en cuenta. Me dolió no haber hecho más. Ella dijo que yo era fría y no había sentido empatía. Lo siento muchísimo. Es una lección que me tengo que aplicar, porque no es suficiente con tomar la declaración personalmente. Más allá de mano izquierda y tacto, es importante que todas las personas que estemos en contacto con las víctimas tengamos una sólida formación en violencia de género y por descontado, la empatía es nuestra asignatura pendiente. Repetimos una y otra vez que para salir de la violencia de género las mujeres tienen que denunciar, pero ¿qué ocurre cuando denuncian? Eso es lo que nos tenemos que preguntar.

En el caso de Sara, a pesar de las medidas que tomamos (órdenes de protección, atención psicológica, asesoramiento en ayudas), cada vez que iba al juzgado la veíamos más demacrada. No fuimos capaces de reconocer que la ayudas y medidas no estaban funcionando.

Creo que Sara empezó a sentir que yo no sentía empatía cuando nos dijo que este señor la había denunciado al INEM y nos pidió que quitáramos la denuncia, que ella no tenía para comer. Esto es muy alarmante pero no supimos verlo. El declive empezó cuando en el INEM admitieron la denuncia y encima a ella le pusieron una multa.

P. ¿Y qué le parece a usted eso?

R. Mi opinión es que este es un delito de violencia económica, definido en todos los estudios sobre la violencia de género. Tendríamos que haber coordinado con el INEM para investigar a fondo la denuncia porque está claro que formaba parte de la estrategia de maltrato y podría ser incluso una denuncia falsa. La coordinación interinstitucional es otra de las tareas pendientes para mejorar la lucha contra la violencia machista. No debemos escudarnos es las competencias que delimitan nuestro tarea para no trabajar en una coordinación transversal.

P. ¿Qué es lo que más le impresionó del caso de Sara?

R. Cuando lo vi a él. Es un personaje que, a pesar de todo lo que hacía, cuando llegaba al juzgado lloraba como un niño. Decía que la quería, que quería volver con ella. Tenía un perfil típico de ‘si no estoy contigo, no puedo estar con nadie más’. Un tío listo. Un tío de 1,90 que se te ponga a llorar después de lo que ha hecho…

Con sus lagrimas trataba de hacernos empatizar con él cuando tendríamos que haber empatizado con Sara. Es una conducta típica, más que conocida en los estudios de VG. Desde luego, cuando se trata de cualquier otro crimen, las lágrimas de un acusado no van a conmover a un tribunal y aquí tampoco debería.

Sin embargo, al final él ha sido el más listo porque, a pesar de cumplir el perfil de misógino maltratador a la perfección, aún así no fuimos capaces de defender a Sara. De hecho aún podemos ver en su perfil de Facebook sus opiniones misóginas.

P. ¿Y qué piensa del material con el que usted se encontró, las amenazas, las coacciones, el acoso?

R. Es típico de violencia de género. A veces eran insultos y a veces ‘te quiero’ y ‘perdóname’. No me llamó la atención porque es típico de la violencia de género. No había dudas.

P. Usted es la responsable de la primera orden de detención de Christian. ¿Cómo hicieron para detener a alguien que no vivía habitualmente en España?

R. Yo, aun sin oírle a él, dicté una medida cautelar, una orden de protección, porque había riesgo y peligro para Sara. Pero como no podíamos notificársela personalmente porque él no estaba aquí no tenía eficacia. Él es belga y lo normal es una comisión rogatoria para que se lo notifiquen. Pero como van muy lentas, yo hablé con el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Nacional, que estuvo muy pendiente del caso, y juntos tratamos de notificarle la orden de alejamiento a través de Interpol para que fueran a su casa. Incluso desde el juzgado y desde la Policía le llamábamos por teléfono, pero él decía que no era él, daba evasivas. Al final, por si no era efectivo, acordé una orden de detención para que en el momento que pusiera un pie en España todas las Fuerzas de Seguridad estuvieran sobre aviso y se le detuviera.

P. Y por fin ocurrió…

R. Sí. Él vino a León y se le detuvo. Se le notificó la orden de alejamiento por sus amenazas. Pero luego la quebrantó con coacciones y amenazas. El juzgado que estaba de guardia ordenó su detención y le impuso una prohibición de entrada en León y una pulsera telemática de control. Y se aumentó la distancia de alejamiento. Él vivía en Bélgica, pero de vez en cuando venía a León. Él no vivía en León, la que vivía en León era Sara. Aquel juzgado se inhibió a favor del mío, porque era el competente.

P. ¿Y qué pasó?

R. Que este señor volvió a quebrantar la orden por coacciones y amenazas, como siempre por Facebook, mails o mensajes. Como eran dos quebrantamientos y la medida más gravosa que la prohibición de entrada y la pulsera era la cárcel, lo envié a prisión como preventivo. Lo hice para proteger a la víctima, porque la pulsera no había funcionado. Él iba a León y además seguía molestándola a través de Facebook rompiendo la prohibición de comunicarse con ella. Luego, el juzgado de lo Penal le condenó a nueve meses de prisión.

P. Sara decía que incluso estando en la cárcel y después de quedar en libertad, Christian la seguía acosando con mensajes, llamadas y cartas. ¿Por qué no actuó usted de oficio ante ello?

R. Es que yo no tenía constancia de eso. Yo, a partir de diciembre de 2014, no tengo ni idea de los pasos de este señor, pero vamos a abrir una investigación porque sabemos que Sara puso denuncias El 18 de mayo y el 16 de junio, tres semanas antes del final, que fue a comisaría, que llevó pruebas pero no recibió respuesta. Esto es muy grave. No podemos echarnos la pelota de unos a otros. Él cumplió su condena, pero no cesó el maltrato. Bueno, ha cumplido su condena de ese procedimiento, pero hay más.

P. ¿Hay más? ¿Entonces Christian C. tiene alguna cuenta que saldar con la Justicia?

R. Le respondo: Él ha cumplido por un procedimiento, pero tiene cinco. Yo he enviado al Juzgado de lo Penal cinco procedimientos abreviados por amenazas, coacciones, quebrantamientos etc. He vuelto a estudiar todo el expediente y, como Juez, tengo toda la documentación a mano y disponible. Es algo que realmente me preocupa y que todo el mundo debería saber. Hay más procedimientos, y debemos estar al tanto de cómo están ya que tienen relación directa con el caso que yo sigo.

Creo recordar que el último que yo puse es de marzo de este año. Se dictó una orden de alejamiento, una orden de protección con pulsera y prohibición de entrada. Y después ingresó en la cárcel. Esto contradice lo que acabo de decir en la respuesta anterior, (que a partir de Diciembre de 2014 no tengo ni idea de los pasos de este Señor), así que es un ejemplo más de la atención que debemos poner en estos asuntos tan graves.

P. De acuerdo, él fue detenido, llevó una pulsera telemática e ingresó en prisión por un procedimiento. Pero si quedan más procedimientos por todo el proceso histórico de acoso a Sara y están abiertos en el juzgado de lo Penal, ¿Christian C. ha cumplido por todo lo que le hizo a Sara Calleja o no?

R. Si me pregunta si hay más procedimientos y por ellos puede ser condenado, la respuesta es sí. Puede ser condenado.

P. La familia de Sara y la Fiscalía están valorando la figura de la inducción al suicidio. ¿Cabe la posibilidad de la imputación de ese delito?

R. No me puedo pronunciar, pero desde luego se investigará.

P. ¿Y el de quebrantamiento de la prohibición de comunicarse y el de violencia psíquica habitual?

R. Tampoco puedo pronunciarme. Esos nueve meses de prisión llevaban implícitos una prohibición de acercarse y comunicarse. No sé hasta cuándo llegaba esa prohibición… pero se va a investigar para que este tipo de hechos no se produzcan.

P. Hasta 2019.

R. Pues entonces, si se ha comunicado con ella, hay un quebrantamiento de condena, no de medida cautelar. Efectivamente, y esto es muy grave y está tipificado en el código penal.

P. Por su experiencia en el juzgado de Violencia contra la Mujer, ¿diría que Christian es un maltratador de género?

R. Ha sido condenado por un delito de maltrato en el ámbito familiar, o sea, por un delito de violencia de género. Eso significa que es, desde luego, un maltratador de género. Como juez que le ha condenado conozco el caso a fondo y por ello me corresponde y puedo decirlo.

P. ¿Este caso se debe cerrar porque Sara haya muerto?

R. Esa decisión corresponde a la Fiscalía. Una de las funciones del Ministerio Público es investigar. La Fiscalía debe investigar. Yo desconozco qué ha pasado después de que este señor saliera de la cárcel, pero los delitos que haya podido cometer, por supuesto que se deben investigar, independientemente de que la víctima esté muerta. No debe quedar impune.

P. ¿Usted se siente satisfecha de lo que hizo?

R. No. Está claro que desde el momento que nos entró la primera denuncia, Sara no estuvo totalmente protegida. No tuvo suficiente apoyo de la Policía, de la psicóloga, de los forenses, del juzgado. Todos los medios que ofrece la ley se le aplicaron, pero no fueron suficientes.

Respuesta única a una entrevista cualquiera en un tiempo y lugar de fantasía donde Sara se hubiese sentido protegida:

Pregunta: ¿Usted se siente satisfecha con su trabajo?

Respuesta: En general, en violencia de género sientes que tu trabajo es muy agradecido, trabajas mucho y cuando ves los resultados, y ves que toda la sociedad, estamentos y organizaciones involucradas trabajan a una, que hay suficientes medios y se empieza desde la educación temprana y los medios de comunicación a cambiar los valores injustos de la desigualdad patriarcal, te sientes que vamos vencer esta ignominia — pues es uno de los mejores aspectos de mi trabajo.

!Despierta!

Estas son las respuestas reales de la jueza a la carta de Sara Calleja. Por favor no dejes de leerlas, y compara.

*Agradezco a los periodistas de El Mundo RAFAEL J. ÁLVAREZ y ANA CABANILLAS sus preguntas certeras.

** Aquí pueden ver la respuesta de @AngryJuez , con mi comentario también al final.

4 comentarios en “Entrevista a la jueza del «caso Sara Calleja» (lo que me hubiese gustado leer)

  1. Gracias, Chris, por tu artículo. La comparación entre la entrevista real y la entrevista hipotética que has representado y en la que has puesto nombre a la violencia muestra las graves deficiencias que muchxs miembrxs del sistema judicial presentan en materia de violencia de género y, efectivamente, su falta de empatía. La jueza se escuda (en la entrevista real) en la distancia y la supuesta neutralidad del sistema que la ampara, el mismo que la premia por su ineficacia y fu falta de implicación y que a la vez le permite sentirse satisfecha. Eso me recuerda, una vez más, que no podemos dejar de insistir en esto. Que el imaginario de neutralidad que recrea el sistema judicial no existe porque ser neutro en una situación de opresión implica darle la razón al opresor.

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